martes, 12 de diciembre de 2017

El reciclaje de materiales con fines educativos

En esta otra entrada, hablaba de algo tan interesante y recurrente a un tiempo para el aula y el colegio en general como el reciclaje de materiales con fines educativos. En este sentido, podemos establecer dos claras categorías que son, a la vez, totalmente diferentes:

1. Objetos que aún no han perdido la utilidad para la que fueron creados

Armario "redecorado"Por un lado, tendríamos el reciclaje de elementos viejos o ligeramente obsoletos, que aún podrían tener una vida útil aprovechable en las escuelas, especialmente cuando, en situaciones de debilidad económica como la de hoy, no haya o “no parezca haber” presupuesto para más.

En este caso, en parte al igual que en el siguiente, tal y como veremos más adelante, resulta de especial utilidad la colaboración de las familias de los alumnos. Por ejemplo, en muchas ocasiones se pueden haber sustituido aparatos electrónicos, como reproductores de vídeo y DVD, pantallas de televisión, etc. por otros dispositivos más modernos, pasando los primeros, en el mejor de los casos, al último rincón del trastero, de donde ya no van a partir hacia otro sitio que no sea una planta de reciclaje o un vertedero. El consumismo de la sociedad actual, con o sin crisis, provoca que a veces se sustituyan todo tipo de aparatos por motivos tan “fundamentados” como: “es muy feo, me gusta más el último modelo”, “Fulanito lo cambia a menudo, y me da vergüenza que un día venga a casa y vea que yo sigo con el mismo”, "el mando a distancia es guay", “sí, pero es que ¡donde esté un Mac!”… Podría estar así horas, escribiendo frases similares; sería incluso divertido que se incluyeran en comentarios a esta entrada…

Y lo mismo serviría para el mobiliario, pues si somos realmente consecuentes con los valores que pretendemos inculcar a nuestros alumnos, muchos muebles que se tiran en las casas: mesas, sillas, armarios o estanterías, con una pequeña mano de pintura, y a veces incluso sin ella, cumplirían una función más que digna en algunos rincones de nuestras escuelas y ayudarían a ahorrar una parte muy importante del presupuesto, lo que podría resultar fundamental para poder invertir en otro tipo de materiales o actividades. Es más, si hacemos partícipes a los alumnos de este proceso de reciclaje, no sólo por sus connotaciones ecológicas o morales, sino por el puro proceso creativo de redecorar o rediseñar objetos, estaremos fomentando en ellos aptitudes y actitudes positivas que les servirán el resto de sus vidas.

2. Objetos o partes de objetos que ya han cumplido su función

Portalápices de pinzasMe refiero aquí al reciclaje habitual de objetos que, de un modo u otro, se ha trabajado desde siempre en nuestras escuelas. No obstante, tengo que matizar que es importante aclarar qué es y qué no es reciclaje. Por ejemplo, yo recuerdo haber hecho de niño un portalápices con pinzas de la ropa; pero, si bien para hacer el cilindro principal, reciclábamos el tubo de cartón de un rollo de papel higiénico, para hacer la envoltura de pinzas, muchos alumnos compraban directamente pinzas nuevas, que jamás habían sabido lo que era sujetar unos tristes calcetines… y eso “no es reciclaje”.

En una de mis entradas más visitadas, entre las actividades del taller de MARTEMÁTICAS, planteaba un claro ejemplo de reciclaje con la reutilización de tapones de botellas de plástico para construir un juego de Memory numérico. Sería tan absurdo como anti-ecológico comprar las botellas sólo por los tapones, y por eso este tipo de tareas hay que plantearlas con tiempo suficiente. Estos tapones iban a ir directamente a los contenedores de reciclaje, y de esa forma rediseñábamos su nueva “vida” o utilidad.

Como digo, este tipo de reciclaje se lleva a cabo habitualmente en nuestras aulas, normalmente durante la clase de Educación Artística o en talleres especiales. Las posibilidades son infinitas; desde mini-armarios y estanterías hechas con tetrabricks, hasta pequeñas esculturas con pasta de papel de periódicos. La clave de una buena actividad de reciclaje está, no en buscar en nuestros armarios para ver qué es lo que utilizamos poco (aunque también puede ser una opción), sino en mirar entre la cosas que vamos a tirar “ya” antes de hacerlo, y elegir entre aquellas que no sean peligrosasa cuáles les podemos “dar una segunda oportunidad”.

Para terminar, como creativo y diseñador, propongo trabajar la técnica de la "Tormenta de ideas" con los alumnos, tanto para decidir con qué tipo de materiales de desecho podemos trabajar, como para abordar entre todos los trabajos de reciclaje más originales y prácticos. Si, desde edades tempranas, acostumbramos a los niños a utilizar esta técnica como recurso de ideas, estaremos alimentando el desarrollo de su creatividad de la mejor manera posible. En el siguiente enlace, podéis ver una entrada en la que hablé en detalle de las características y pasos más importantes a seguir en una "Tormenta de ideas", y de cómo adaptarla al nivel y creatividad de los niños.

viernes, 1 de diciembre de 2017

La televisión y los niños

Niños ante la tele
En esta ocasión, actualizo esta otra vieja entrada acerca de la relación de los niños con la televisión. También es cierto que frente a las modernas consolas de juegos y los teléfonos móviles que caen en sus manos, desde muy temprana edad, la televisión no tiene para ellos el mismo nivel de protagonismo que tuvo para nosotros, pero el hecho de que aún siga siendo un elemento cotidiano en el salón de sus casas, e incluso a veces en sus dormitorios, mantiene viva la necesidad de seguir reflexionando sobre esta cuestión.

Sobre este tema, habría mucho que contar, pues se ha escrito largo y tendido al respecto y con bastante disparidad de opiniones. A mi modo de ver y por mi experiencia personal, como padre y maestro, ni es una "aberración" que tengamos que rechazar casi como si fuera la peste, como defienden algunos "educadores", ni tiene que ser un comodín para que los niños "nos dejen tranquilos", como curiosamente nunca defienden en público los que han convertido esto último en una norma. No sé cuál de estos dos extremos me produce más rechazo. Apostaría por un empate...

Es muy fácil criticar algo cómo la televisión, limitándonos sólo a mencionar las influencias negativas o riesgos que, el hecho de ver demasiada tele o de hacerlo de manera incontrolada, tiene o puede llegar a tener para los niños: ser fácilmente manipulables, realizar menos ejercicio físico, tendencia a la obesidad, transformarse en niños pasivos, fracaso en los estudios, rechazo y abandono del hábito de la lectura, obtener referentes no adecuados para su edad... de esto no cabe ninguna duda. Pero ante todos estos inconvenientes, no se trata de decidir entre el blanco o el negro; "como es malo malísimo ver mucha televisión, mejor que no vean nada". Creo firmemente que ésta no tiene porqué ser la solución, y se me ocurren algunas sugerencias al respecto:
  • Por supuesto, como padres, hay que establecer unos límites de tiempo frente al televisor (diaria y semanalmente). En este sentido, es fundamental que "prediquemos con el ejemplo", que nos vean leer y hacer otras actividades enriquecedoras; que no vean en nosotros una dependencia que no queremos para ellos.
  • Hay que seleccionar con cuidado los programas y series que resulten más apropiados para su nivel de desarrollo. Nos tocará negociar, pero sólo lo negociable, porque bajo ningún concepto deben ver cosas inapropiadas para ellos. Desde luego que puede haber un margen. Los padres conocen o deben conocer el nivel de desarrollo de sus hijos, y considero que las recomendaciones de edad de algunos programas no siempre han de tomarse como una "verdad absoluta", pues éstas pueden pecar por exceso o por defecto. La clave está en acompañarles cuando podamos, en compartir con ellos esos momentos y comprobar directamente si están viendo lo que deben y pueden entender.
  • Si son los padres los que están viendo la televisión, cuando los niños están cerca o el contenido es inapropiado para ellos, tampoco tienen que dudar nunca a la hora de cambiar de canal o apagar la tele. Los niños son curiosos por naturaleza, y es bueno que lo sean. Es más, las puertas de la casa no son impenetrables para sus sentidos, van a oír sí o sí, y nada nos debe importar más que nuestros hijos.

Mejor acompañadoQué hacer en la Escuela 

Los niños, en su proceso de socialización, en sus conversaciones diarias con sus compañeros de clase y amigos, hablan de sus series favoritas, de los personajes que más les gustan, y en ocasiones tienen que contar y resumir a otros algún capítulo que se hayan perdido. Disfrutan con ello y les ayuda a desarrollar sus capacidades de comprensión y comunicación, y nosotros, como maestros, podemos también aprovechar esto en la clase. Es una cuestión de sentido común...

Además de aconsejarles, a ellos y a sus padres, en la línea de las sugerencias planteadas en el punto anterior, su "experiencia televisiva" puede ser también una fuente interesante de recursos didácticos, tal y como ejemplifico en los dos siguientes puntos:
  • Se puede, por ejemplo, debatir en clase sobre qué series o programas de televisión ven la mayoría, y tomarlos como punto de partida para múltiples actividades que resultarán así más motivadoras (por supuesto, siempre y cuando comprobemos que la serie o programa en cuestión sea realmente apropiado para su edad). El tema de un capítulo de su serie favorita, se puede aprovechar para plantear tanto ejercicios de redacción y comprensión, como problemas de matemáticas o actividades de plástica...
  • Si una serie cuya lengua original es el inglés, les motiva especialmente, se puede hacer una cuidadosa selección de uno de sus capítulos, y visualizarlo en clase de Inglés, en versión original, con o sin subtítulos. En este sentido, sería muy interesante que dichos subtítulos estuvieran también en inglés. 
Esto último, también es muy recomendable hacerlo en casa, aunque habitualmente sólo nos ofrezcan los subtítulos en español, pero si hablamos del televisor también como aparato de visualización de vídeo, con una Smart TV, una suscripción a alguna compañía que oferte series completas en Streaming o mediante DVDs sacados gratuítamente de cualquiera de las Bibliotecas públicas de nuestra comunidad, es algo que podemos hacer cómodamente. 
    Dicho esto, alguien se puede preguntar: ¿pero es que acaso no pueden vivir los niños sin televisión? Por supuesto que sí, pero quiero insistir en mi idea inicial de que la tele no tiene porqué ser negativa para ellos, si se utiliza adecuadamenteComo padres, tenemos la mayor responsabilidad sobre esto y debemos ser siempre un referente positivo para los niños y filtrar para ellos, y nosotros :-) toda la "basura" mediática o ideológica que puede emanar del susodicho aparato. Lo cómodo, para no hacer ese "esfuerzo" que nos "obligue" a pasar más tiempo con los niños, es prohibirla y eliminarla totalmente de nuestro hogar para sentirnos los más especiales del mundo mundial. Imaginaos, por ejemplo, que no les quisiéramos enseñar a manejar prudentemente el cuchillo en la mesa hasta que fueran adultos, por el mero hecho de que también se pueden llegar a usar como armas..¿no sería ridículo? 

    Como maestros, podemos aconsejar a padres y alumnos sobre este tema, pero sobre todo, podemos insistirles en que optimicen el tiempo que pasan frente al televisor, sin que dejen por ello de disfrutar de su tiempo libre, obteniendo así una motivación extra por su parte, que siempre será bien recibida en el aula.

    Curiosamente, algunas personas de mi generación o más jóvenes con las que he hablado sobre el tema, se muestran radicalmente en contra del televisor hasta el punto de rechazar tenerlo en casa, como si fuera algo demoníaco. Sin embargo, muchos de ellos hablan con cierta emoción, a veces orgullosamente disimulada, recordando los programas favoritos de su niñez: Los Chiripitifláuticos, la Casa del Reloj, La mansión de los Plaff, Los payasos de la tele, Barrio Sésamo, La Bola de Cristal o El Hombre y la Tierra... y los cientos y cientos de películas, dibujos animados y eventos deportivos que pudimos disfrutar, "únicamente" gracias a la tele, a lo largo de nuestras supuestamente "pobres" vidas, en una era sin internet, vídeojuegos o teléfonos móviles. ¿Qué podíamos haber hecho y disfrutado de otras cosas en su lugar? Obviamente, y de hecho también lo hicimos. La cuestión es que disfrutamos y aprendimos con la tele, compaginándola con hábitos tan enriquecedores como la lectura y los juegos en la calle; cosas que, seamos sinceros, no son especialmente habituales entre los niños de hoy... Seamos coherentes y honestos con nosotros mismos pero sobre todo con nuestros hijos.

    Por supuesto, uno es muy libre de hacer lo que quiera y hay que respetar siempre su decisión de no tener tele en casa, pero que no por ello quieran hacer sentir "tontos" a los que la usan de forma apropiada. Y que nadie se atreva a decir que la televisión no puede llegar a ser una excelente, "barata" y eficaz herramienta educativa, si somos nosotros quienes controlamos el mando a distancia.

    Un Saludo.